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Foto del escritorSonia Oliva Barruso

Controla tu ansiedad!!!

Actualizado: 24 ago 2022

Sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Sin embargo, las personas con trastornos de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes sobre situaciones diarias. Con frecuencia, en los trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una cuestión de minutos (ataques de pánico).


Estos sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, son difíciles de controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real y pueden durar un largo tiempo. Con el propósito de prevenir estos sentimientos, puede suceder que evites ciertos lugares o situaciones. Los síntomas pueden empezar en la infancia o la adolescencia y continuar hasta la edad adulta.



Una emoción incluye como elemento fundamental una preparación para actuar de acuerdo con la valoración que hacemos del estímulo que la produce. Son reacciones automáticas, inconscientes e involuntarias y, en consecuencia, intentar controlar su aparición es una tarea inútil. Por eso, me gusta decir: “no se trata de controlar las emociones, sino que ellas no te controlen a ti”. Por ejemplo, si colgando un cuadro nos machacamos un dedo con el martillo, el enfado está asegurado y, muy probablemente lanzaremos algunas palabras en tono alto. Si nos dejamos llevar por el enfado podemos liarnos a martillazos con el cuadro y con la pared. Sin embargo, lo que más nos interesa hacer es, sintiendo el enfado, correr a curar el dedo. Es un ejemplo de que no se trata de evitar el enfado, sino de no dejarnos llevar por él. Con otras emociones como la ansiedad, la tristeza, la alegría, etc. ocurre lo mismo.

¿Incorporar técnicas de relajación ayuda a poner freno a la ansiedad?

La relajación es una conducta contrapuesta a la ansiedad, porque la ansiedad es una respuesta ante un estímulo amenazante e incluye una preparación para luchar o para huir, lo que implica una activación tanto física como mental. Si nos proponemos luchar contra la ansiedad, nos activaremos, es decir, nos tensaremos y nos pondremos como locos a pensar en soluciones para dejar de sentirla. La relajación implica dejar la lucha para controlar la ansiedad; pero para ello tenemos que ACEPTAR que no vamos a hacer nada para que el estímulo que nos produce ansiedad se vaya.

Mucha gente no es capaz de relajarse o no encuentra que la relajación le ayude a paliar sus sentimientos de ansiedad. La causa la podemos encontrar en la paradoja que menciono: si queremos relajarnos en una situación que consideramos amenazante, tenemos que ACEPTAR no hacer nada para evitar la amenaza.

¿Repercute la respiración en el control de nuestras emociones?

Las emociones repercuten inmediatamente en la respiración, porque incluyen una preparación para actuar, con lo que la respiración se tiene que acomodar para dar la respuesta requerida. Si decidimos no dejarnos llevar por la emoción y no hacer aquello para lo que nos ha preparado, lo más conveniente es que la respiración se adapte a lo nuevo que queremos hacer. Pero, generalmente, la respiración es una conducta automática que adaptamos de forma inconsciente a la evaluación que hacemos de la situación en la que nos encontramos y, aunque es automática el noventa y mucho por ciento del tiempo, la podemos hacer voluntaria. Ahora bien, hay que tener en cuenta que, haciéndola consciente empleamos capacidades de atención y cognitivas que restamos de la respuesta concreta que queremos dar a la situación. En consecuencia, mi recomendación es aprender a no intervenir en la respiración para que vuelva a su ritmo e intensidad adecuados. De nuevo la ACEPTACIÓN de las consecuencias de nuestra decisión de cambiar nuestra conducta es fundamental para poder llevarlo a cabo.

¿Hasta qué punto cultivar la conciencia corporal, no vivir concentrados sólo en nuestros pensamientos, incide de forma favorable en nuestra mente?

La conciencia del presente, incluida de forma especial la conciencia corporal, es un elemento fundamental de nuestra salud mental. Ignorar nuestro cuerpo y las señales que nos lanza no puede llevarnos a nada bueno.

¿Puede el movimiento repercutir en nuestra autoestima o en nuestro estado de ánimo?¿Mejorar nuestra posición corporal -con métodos como la técnica Alexander-incide también en la forma en que afrontamos el día a día?

Si nos vemos incapaces de hacer determinados movimientos, evidentemente nos sentiremos limitados. Por eso, el deporte, las técnicas y los ejercicios que pretenden mejorar nuestra capacidad de movernos y dar fluidez a nuestras actividades nos permiten mejorar nuestro rendimiento y nuestra vida e influyen de forma fundamental en nuestro estado de ánimo y en nuestro concepto de nosotros mismos.

¿El malestar mental incide en nuestro cuerpo?

No es fácil distinguir entre malestar mental y corporal, porque ¿dónde sentimos que estamos mal mentalmente? Cualquier cosa que hagamos o pensemos la hacemos con todo nuestro cuerpo. No es verdad que pensemos solo con la cabeza o que nos movamos solo con las piernas. Cualquier pensamiento que tengamos influye de forma inmediata, automática e inconsciente en nuestro cuerpo y viceversa, cualquier sensación que nuestro cuerpo transmita a nuestro cerebro va a desencadenar una reacción de evaluación cognitiva.

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